No recuerdo si he especificado que mi viaje a Canadá es, sin duda, para continuar mis estudios y, por mi falta de conciencia lingüística o comunicativa (como quieran llamarle) en el manejo del inglés (siendo ésta mi tercera lengua en realidad, puesto que la segunda es el francés), me hizo que topara varias veces contra pared y no haberme "lanzado a las tierras canadienses desde un principio". Pero para todo hay un tiempo y ahora es mi turno (me repito "my turn" constantemente y me siento como la protagonista de "Black Swan").
Hace unos días llegaron mis compañeros de casa, somos seis viviendo en una hermosa suite, cerca de la Universidad y a unos minutos de una fantástica playa. Tres chicas (dos canadienses y una australiana) y tres hombres (un canadiense, un americano y yo). Así que, digamos, es una casa de locos, una casa multicultural donde se aprende día a día, cosas diminutas que le dan el sabor a la vida. Sabor a la vida. Sí, claro, eso debe ser porqué estoy disfrutando vivir aquí. Son experiencias.
En fin, la primera reunión de los cinco (el muchacho canadiense aún no llegaba) fue bastante interesante puesto que conversamos absolutamente de todo, principalmente de nuestras culturas, mientras degustábamos un rico salmón con naranja y apio, acompañado con vino blanco y una ensalada de lechuga exquisita. Tuve el descuido de no sacar fotografías ante tal experiencia. Aquél día conocí a las madres de mis compañeros y una en específico, la mamá de la chica australiana, me enseñó a hacer un pescado con limón y almendras que decidí preparar hoy y los resultados fueron maravillosos.
La preparación es, en realidad, bastante simple. El pescado está empalizado y sólo se le agrega las almendras cuando se está friendo junto con el aceite. Lo acompañé con una sencilla ensalada de lechuga, jitomate y aceitunas y, por supuesto, pasta. Lo único que faltó fue, sin duda, el vino.
1 comentario:
Gracias por la receta Chepina Peralta.
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