lunes, 26 de agosto de 2013

A un mes

Le había prometido a una persona muy importante para mí, ya sabe quién es, que escribiría sobre mi viaje o, mejor dicho, mi nueva vida en un país totalmente ajeno a mí, desconocido, debido al hecho de que no sabía qué era. En otras palabras, mi conocimiento era vago. Estas pequeñas oraciones sirven para disculparme con esta persona y decirle que, de verdad, aún no estoy muerto y que Canadá no me ha mareado, como lo ha hecho con muchos conocidos algún país europeo o el mismo vecino del norte. No, ya quisieran muchos que estuviera muerto, sin embargo continúo viviendo y disfrutando la estancia en este país. Es, sin duda, una experiencia extraordinaria, no mejor ni peor, sino única, en el sentido de ser diferente y diverso. No es sólo convivir con lo canadiense sino con las culturas existentes en la isla de Vancouver, exactamente en Victoria.
¿Por qué no he escrito? Simple: he tenido bastantes ocupaciones, entre ellas adaptarme al nuevo ambiente que, si bien, es muy parecido a lo que en un día, lejano, lo fue mi tierra natal. En las primeras semanas, se nota en el escrito anterior a éste, me había llegado una ola de cierta tristeza, no desprecio, por mi país: todo lo que soñé se encuentra en este país y sé que México puede estar a la altura de Canadá, incluso superarla, pero los mismos mexicanos, no sólo los políticos, se ponen trabas o el pie y no avanzan. Sólo hay pocos vuelan. También, esto tiene que ver con la situación financiera: el vuelo se trunca debido a escaso dinero que le permita costearse los estudios necesarios. Tengo un amigo que, por cierto le mando un saludo, admiro debido a un hecho: jamás ha bajado la cabeza y todo lo que tiene consigo, él lo hizo por sí solo, trabajando y viviendo para sí mismo. En este sentido, me deprimí porque México atraviesa por momentos turbulentos, crisis en todos lados, ya no sólo es el narcotráfico, sino la privatización del petróleo -un tema delicado que, honestamente, está relacionado con el sentimiento nacional y patriótico del mexicano y ahora, vaya, está siendo tocado por una administración corrupta-, educación carente de calidad, desinterés por los jóvenes profesiones (fuga de cerebros), desinterés por la reintegración de pandilleros, sicarios, criminales y convictos a la sociedad mexicana. México está en caos, enfermo, necesita repararse a sí misma y un primer paso es admitir que estamos mal y, después, pensar cómo hacer para solucionar el problema, sin culpar a alguien, porque este país es un yo colectivo que, si bien tiene altos índices de violencia, corrupción y pobreza se debe, en mayor medida, al hecho de nuestras malas decisiones, reflejadas en la calidad de gobernantes que están frente a las administraciones federales, municipales y estatales. No me permito escribir más sobre este asunto porque lloraré amargamente, como lo hizo Quetzalcoátl al dejar a los suyos y prometerles el regreso.

Mi primer desayuno canadiense.

Ante tal disyuntiva, digamos, social y política, quiero añadir una última cosa, antes de continuar con el trabajo cronológico: si se trabaja en equipo y pensando a futuro, se puede llegar a lo que es Canadá o Estados Unidos, claro sin renunciar a nuestras raíces mexicanas. En otras palabras, esto los señores Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo tenían razón: convertir nuestro país en una superpotencia de gran magnitud. Siguiendo: mi objetivo de este viaje es continuar mis estudios de maestría, en artes. Debido a problemas lingüísticos, tengo que tomar cursos de inglés intensivos, sin embargo no quiero hablar de esto sino de lo otro: ¿qué hay de nuevo? Muchas cosas básicamente, en cuanto a amistades, en realidad, tengo pocas en Canadá (si se puede decir tal), puesto que mis compañeros del curso mensual de inglés, en su mayoría orientales, regresaron a sus países de origen para continuar con sus estudios. Es decir, en este momento, estoy solo, de vacaciones, no en un plan para caer en una depresión o en el estrés o desgarrarme las vestiduras, sino estoy tranquilo, en paz, buscando soluciones a conflictos personales que en México no podía solucionar, debido a la cercanía (física). En este sentido, estoy de vacaciones, fortaleciendo mi alma, mi cuerpo y mi mente. Estoy viviendo en una casa en los suburbios, cercana a la Universidad donde estudio (diez minutos en autobús) pero muy lejos del Centro (o Downtown), los caseros son una pareja de cristianos, ya grandes, muy amables y agradables, me recuerdan mucho a mis abuelos.
Faro en Fort Rod Hill


Honestamente, me gusta mucho la vida "al natural", estar en contacto con la vida campirana, provincial, alejada de las urbes y el estruendo mecánico de los vehículos. Victoria es la capital de Columbia Británica, es una ciudad portuaria, al sur de la isla de Vancouver, y cerca de Estados Unidos (Seattle) y a tres, cuatro horas de la ciudad de Vancouver, la ciudad más poblada en Columbia Británica. Hago esta acotación debido a que confundía esta ciudad (Victoria) con la isla Victoria, al norte del país y con un clima bastante gélido.










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