miércoles, 23 de noviembre de 2011

Los de abajo, una novela fragmentada



A propósito de la Revolución Mexicana, hace unas semanas releí Los de abajo, novela que si bien parece que está escrita en fragmentos pequeños que, si bien, da la impresión al lector que lo que se lee es una novela inconclusa que no tiene pies ni cabeza. Sin embargo, el acierto de la novela radica en el carácter fragmentario de la misma. Admito que mi primer acercamiento, ya hace años, fue infructífero, debido a mi conocimiento escaso, a mi analfabetismo cultural, relacionado en gran parte con las estructuras y los juegos narrativos propuestos por Mariano Azuela. Como tal, la obra es uno de los cimientos que, junto con Juan Rulfo y Juan José Arreola sientan la base de la nueva novela mexicana, a principios del siglo XX. Además, la principal fuente o influencia literaria del autor jalisciense es, sin duda, las novelas faulknerianas, las cuales, también, influyen notablemente en la literatura hispanoamericana contemporánea, sentando las bases para hacer una nueva literatura. No quiero ahondar sobre las bases de la novela mexicana, pues es un tema que merece cientos de cuartillas.
Los de abajo, (Fondo de Cultura Económica, 2007) plantea un relato autoficcional, autobiográfico, donde cuenta la historia de un grupo de revolucionarios que, conforme avanza hacia el norte del país, (re)conquista y pierde territorio ganado. Uno de los principales aciertos es, como se dijo en líneas anteriores, la estructura o la construcción narrativa. También, considero importante señalar las características sorpresivas de la novela: el fracaso de la Revolución Mexicana a raíz del olvido del ser, empleando la terminología heideggeriana, de la ideología revolución (si es que la hubo). En otras palabras, la tesis de Mariano Azuela apunta hacia el fracaso de la revolución, el cual se debe a la contaminación de la ideología con los intereses personales y el empleo de la misma para el cumplimiento de ciertas metas, como es el caso del joven médico. Esto, realmente, no está del todo alejado de la realidad. Hay que recordar que el actual Partido de la Revolución Institucional nace, precisamente, de la institucionalización del movimiento revolucionario que, políticamente, es una estrategia para evitar el caos y el asesinato de los enemigos políticos. El partido nace como una estrategia para controlar a los caciques del movimiento, empleando una violencia o una contienda simbólica o aceptable. Esta actitud pesimista es herencia de las novelas de Faulkner, quien en sus novelas propone la decadencia de una familia o un pueblo. Si esto se traslada a la novela de Mariano Azuela, es clara la decadencia: los revolucionarios comienzan con una serie de conquistas para después perderlos y perder el ideal o el sentido de la misma revolución.

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