sábado, 29 de diciembre de 2012

Comentario a "Las Horas Fortuitas" (1 de 3)


El centro de la novela es una opinión o idea perspicaz sobre la vida, un punto de misterio arraigado en lo más profundo, ya sea real o imaginario.
El novelista ingenuo y el sentimental, escrito por Orhan Pamuk

Primero.
He tenido en la mente desde hace unos años la frase de un escritor sobre la literatura zacatecana, sus palabras, tal vez hirientes en su momento, recuerdan las posturas y la absurda enemistad existente entre los escritores de Zacatecas. Sin embargo, no quiero adentrarme a estos comentarios atroces y faltos de conciencia histórica, pero sí un comentario lleno de mercadotecnia y comercial, como un champú anticaspa o un producto para combatir la disfunción eréctil.
En fin, hace unos meses fui invitado por el autor de este libro a una presenta del libro, aunque nunca me llegó la confirmación, siendo la fecha un poco difícil, debido, principalmente, que para ese día debía graduarme de la licenciatura. Cosas que pasan, pero que me permiten escribir o darme un espacio para decir una anécdota con este libro y su universo detrás de él. A cortinas cerradas ¿cuál es la mejor definición para esta obra?: impalpable, en las próximas líneas intentaré dar una explicación sobre ello. Este trabajo está compuesto por tres apartados.
La literatura queer ha cambiado, aunque he de confesar que ignoro sobre ello, lo que sé no es por teoría sino por lectura de las novelas o películas existentes sobre el tópico. Para las personas no versadas: la literatura o teoría queer es aquella relacionada con las minorías homosexuales. La verdad, quiero delimitarme con respecto a una definición, pues no soy muy versado en ello y, lo admito, no quiero cometer la torpeza de escribir o dar información falsa o errónea.
Es cierto que ha habido representaciones de literatura homosexual en años pasados, desde distintas perspectivas. En el género novelístico, sólo por decir un ejemplo, en México se conoce Los cuarenta y uno: novela crítico-social (UNAM, 2010), escrito por Eduardo A. Castrejón, considerada como la primera novela homosexual en México. Mi objetivo, aclaro, no es hacer un recorrido histórico, sino recordar que en años pasados la figura del homosexual se ha visto desde una perspectiva condenatoria (no sólo en nuestro país) y es a partir del siglo XX cuando se comienzan a abrir los horizontes. Un ejemplo de ello es Maurice (Alianza Editorial, 2003), de E. M. Forster, que narra el amor homosexual sin la visión condenatoria.
¿Por qué estoy escribiendo esto? Básicamente porque el autor de Las horas fortuitas se aleja totalmente de la visión condenatoria, de la violencia hacia la minoría y el desconocimiento de la homosexualidad para acercarnos una visión sincera y honesta de lo que es una parte de la vida homosexual en Zacatecas. Tal vez estoy siendo aventurado al decir honesta y sincera, pero hay una razón en ello: el autor logra construir una intimidad y permite la constante comunicación con el texto-lector y muestra al homosexual tal y como es: un ser humano. El primer acierto de la novela es, precisamente, la honestidad.




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