Un acto de lo extraño
Ya que él era, al mismo tiempo, un espectador de su hambre completamente satisfecho
El circo siempre ha sido un acto callejero por excelencia que se caracteriza por ser, en gran medida, un lugar donde se muestra las situaciones más extrañas o las personas con habilidades o características fuera de lo normal. Cuando se dice “bienvienido al arte circense”, se hace hincapié en la invitación a un mundo de lo extraño, de lo grotesco. En el cuento Un artista del hambre1, del escritor austriaco Franz Kafka, se despliega un universo de lo extraño, de lo diferente. Lo poco aceptable en nuestra sociedad contemporánea, pero, de hecho, el acierto de lo grotesco, es precisamente la ruptura con lo aceptado. En este cuento se nos muestra a un hombre famélico, encerrado por convicción en una jaula, vigilado por guardianes que evitaban que el público o el mismo hombre consumiese alguna clase de alimento, puesto que era parte del espectáculo: mostrar la decadencia humana reflejada en la ausencia de comida en una cuarentena impuesta por el empresario del circo. Cuarenta días donde el hombre debía vencer la necesidad de consumir algún alimento, vencer los placeres visuales que el público y los mismos guardianes consumían frente a él: banquetes, simplemente. La tesis de Kafka es mostrar las extravagancias del hombre, en este caso ¿el hacer arte la hambruna o la resistencia de la misma? ¿cuál es la anormalidad en este acto? Si en África, por ejemplo, hay personas que viven la hambruna no por convicción, sino por su situación tan precaria y difícil donde confluyen una serie de factores e interéses, ¿por qué denominar este cuento como algo grotesco? En primer lugar, hay convicción del personaje por aceptar la cuarentena del hambre, ya sea para demostrar la resistencia física y mental ̶claro, no me quiero meter en otros ámbitos políticos en el que el ayuno es empleado como arma para resistir las desigualdades sociales (tal es el caso de Gandhi)̶ y, segundo, la situación carnavalesca que surge cuando termina el reto.
Lo anterior es en un plano superficial. Conforme se avanza la lectura, se aclarará que el personaje famélico acepta su condición no por mera resistencia, sino por gusto. He aquí un nuevo contacto con lo extraño, con la ruptura de lo cotidiano: el personaje rechaza el alimento porque no existe tal que satisfaga su gusto, sus papilas gustativas. No existe comida alguna que esté a la altura de su gusto. Se complementa la tesis del cuento: el hombre es un ser tan extravagante que es capaz de renunciar a satisfacer sus necesidades cuando no existe algo que no cumpla con los requisitos, en este caso degustativos.
1El cuento, en su versión electrónica se puede consultar en Ciudad Seva. http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/euro/kafka/hambre.htm
1 comentario:
Kafka es uno de mis favoritos =I...extraño,angustiante,de repente me saca de mis casillas y eso me gusta ja!. Saludos
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