L'aridité dans les montagnes
L'empire d'Ícaro qui lutte contre les tempêtes de neige
viernes, 1 de julio de 2016
Uno comete grandes errores, eso es cierto, grandes errores que se reflejan no sólo en sí mismo, sino en los otros. El mayor error de mi vida fue, a efectos de resultar dramático, lastimar y perder al amor de mi vida; ahora está lejos de mí y me resulta difícil conciliar ese hecho, pues nunca encontraré a alguien así.
domingo, 16 de marzo de 2014
Sky
The sky an essence of angels,
over our heads, cuirass of intellect
a gentle-flying-and-resounding canvas,
hidden over chrysalis cathedrals.
A hats' enemy the wind
high-pitched laugh under a cap and a trunk
tulle on angelic body
devilish superior created in gullet.
Listens to blurred verb
and explodes a finite mine on it,
a circus of limestones
and return of King.
viernes, 6 de septiembre de 2013
Mucho sin escribir, pero mucho qué contar.
Pudiera reconocer que mi vida en Canadá ha sido, sin más que decir, emocionante. Cada día una nueva cosa que aprender, no sólo de la cultura y los modos canadienses, en realidad estos detalles son plus de lo que realmente aprendo y es, simplemente, a vivir y madurar como persona. Tal vez estas líneas se lean como de algún libro de superación personal, de esos que las señoritas disfrutan leer con una sonrisa en el corazón y la mano detrás de la espalda, pidiendo a los cielos un príncipe azul, como aquellos de los cuentos de Hadas (si supieran). En fin, no recuerdo cuándo fue la última vez que me dispuse a escribir una nota en este blog (me da, en realidad, pereza darle click a mi nota anterior y saber la fecha, así que al lector le dejo tal trabajo), pero hoy quise dar unos breves "tipeos"sobre lo que ha sido mi vida. Pero ¿a quién le corresponde sino juzgar lo que ha pasado? En fin, no daré vueltas al asunto.
No recuerdo si he especificado que mi viaje a Canadá es, sin duda, para continuar mis estudios y, por mi falta de conciencia lingüística o comunicativa (como quieran llamarle) en el manejo del inglés (siendo ésta mi tercera lengua en realidad, puesto que la segunda es el francés), me hizo que topara varias veces contra pared y no haberme "lanzado a las tierras canadienses desde un principio". Pero para todo hay un tiempo y ahora es mi turno (me repito "my turn" constantemente y me siento como la protagonista de "Black Swan").
Hace unos días llegaron mis compañeros de casa, somos seis viviendo en una hermosa suite, cerca de la Universidad y a unos minutos de una fantástica playa. Tres chicas (dos canadienses y una australiana) y tres hombres (un canadiense, un americano y yo). Así que, digamos, es una casa de locos, una casa multicultural donde se aprende día a día, cosas diminutas que le dan el sabor a la vida. Sabor a la vida. Sí, claro, eso debe ser porqué estoy disfrutando vivir aquí. Son experiencias.
En fin, la primera reunión de los cinco (el muchacho canadiense aún no llegaba) fue bastante interesante puesto que conversamos absolutamente de todo, principalmente de nuestras culturas, mientras degustábamos un rico salmón con naranja y apio, acompañado con vino blanco y una ensalada de lechuga exquisita. Tuve el descuido de no sacar fotografías ante tal experiencia. Aquél día conocí a las madres de mis compañeros y una en específico, la mamá de la chica australiana, me enseñó a hacer un pescado con limón y almendras que decidí preparar hoy y los resultados fueron maravillosos.
No recuerdo si he especificado que mi viaje a Canadá es, sin duda, para continuar mis estudios y, por mi falta de conciencia lingüística o comunicativa (como quieran llamarle) en el manejo del inglés (siendo ésta mi tercera lengua en realidad, puesto que la segunda es el francés), me hizo que topara varias veces contra pared y no haberme "lanzado a las tierras canadienses desde un principio". Pero para todo hay un tiempo y ahora es mi turno (me repito "my turn" constantemente y me siento como la protagonista de "Black Swan").
Hace unos días llegaron mis compañeros de casa, somos seis viviendo en una hermosa suite, cerca de la Universidad y a unos minutos de una fantástica playa. Tres chicas (dos canadienses y una australiana) y tres hombres (un canadiense, un americano y yo). Así que, digamos, es una casa de locos, una casa multicultural donde se aprende día a día, cosas diminutas que le dan el sabor a la vida. Sabor a la vida. Sí, claro, eso debe ser porqué estoy disfrutando vivir aquí. Son experiencias.
En fin, la primera reunión de los cinco (el muchacho canadiense aún no llegaba) fue bastante interesante puesto que conversamos absolutamente de todo, principalmente de nuestras culturas, mientras degustábamos un rico salmón con naranja y apio, acompañado con vino blanco y una ensalada de lechuga exquisita. Tuve el descuido de no sacar fotografías ante tal experiencia. Aquél día conocí a las madres de mis compañeros y una en específico, la mamá de la chica australiana, me enseñó a hacer un pescado con limón y almendras que decidí preparar hoy y los resultados fueron maravillosos.
La preparación es, en realidad, bastante simple. El pescado está empalizado y sólo se le agrega las almendras cuando se está friendo junto con el aceite. Lo acompañé con una sencilla ensalada de lechuga, jitomate y aceitunas y, por supuesto, pasta. Lo único que faltó fue, sin duda, el vino.
jueves, 29 de agosto de 2013
Nunca me había sentido tan avergonzado.
En una clase con Ty Michelson, quien fuera mi maestro de inglés en Canadá, hace ya unas semanas, debatió sobre un concepto conocido, en teoría, por mí: "Choque cultural" y fue definido, básicamente, como el encuentro de dos culturas y cómo se ven a través de la propia perspectiva. Es, en otras palabras, un proceso que si, bien, es normal cuando se viaja a un país distinto al nativo. En mi caso, a Canadá. Mi primer choque no tuvo mucha importancia o, mejor dicho, no le presté tal fuerza debido a mi apertura en cuanto a esto: la alimentación. En este sentido, estoy abierto a probar nuevos platillos y, honestamente, a un mes de mi estancia, no podría definir qué es lo canadiense propiamente en un platillo debido a que este país es multicultural y un platillo puede ser el conjunto de muchas culturas: mexicana, japonesa, francesa, inglesa e incluso norteamericana. Así que, en este sentido, ¿me gusta la comida canadiense? Sí, sin embargo es un estilo mixto que no termino de asimilar por la combinación de culturas.
Olvidé especificar que en mi primer mes estuve, digamos, en una situación bastante cómoda y, de alguna manera, de vacaciones porque estuve en mi propia habitación en la universidad de Victoria, con la privacidad y el silencio necesarios para mí, salvo unos cuantos episodios de fiestas y reuniones de los estudiantes contiguos, normales si se piensa que está en un lugar universitario y estudiantil, donde la juventud es el común denominador. Así que, en este sentido, toda la navegación fue, digamos, tranquila y sin ningún percance, salvo mis episodios de evidente estrés y la nostalgia por mi país natal.
Ahora, estando ya en otro ambiente, distinto a lo que fue el vivir como colegial dentro de una universidad prestigiosa, el cambio es notorio. Vivo, por el momento, en el piso inferior, solo, y en el superior mis caseros, una pareja de semi-jubilados muy amables, que tienen un gran aprecio por la cultura mexicana similar a la que yo tengo por la cultura musulmana.
En otras palabras, el ambiente ya es convivir, al menos, con ellos y he tenido mis primeros contactos con lo que es realmente un choque de cultura o mis deslices debido, principalmente, a mi ignorancia de no saber cómo lidiar con lo mío frente a lo suyo, no tratando de dominar sino equilibrar para reorganizar el ambiente y evitar fricciones que pudieran concluir en una mala relación e incluso una insatisfactoria conclusión con mis caseros. Mi pavor es, sin duda, que mis costumbres sean una afrenta o una molestia para ellos.
Downtown de Victoria, B.C. |
El título de esta entrada es, sin duda cierta, porque tengo entendido desde antes de viajar a Canadá que los habitantes de este país son respetuosos (de ahí la visión positiva del canadiense en el exterior) y cuidadosos porque sus leyes son precisas y, a la menor infracción, el castigo es duro y no mira el estatus de quien es castigado. Por ello, el canadiense respeta a los demás y, obviamente, busca ser respetado. Es, de alguna manera, sentido común. Viajar a un lugar, cualquiera que sea, es adaptarse a lo que es frente a lo que no es permitido. De ahí los choques culturales, de ahí el hecho que me sienta tan avergonzado por mis costumbres, no de ser mexicano, eso está, evidentemente, fuera de lugar, sino el hecho, como dije, de ser principiante en cuanto a la adaptación. Esto tiene su razón de ser: mi primer viaje al extranjero y mi primera salida real de mi casa, fuera de la tutela y el cuidado de mis padres, fuera de mi cultura y de su seguridad y de aquello que me hace ser mexicano. Aquí soy un mexicano que viene a estudiar y, como tal, necesito adaptarme a estas nuevas costumbres. De ahí mi pavor, mi principal pavor es no adaptarme y que mis costumbres, incluso personales, no sean agradables para los canadienses, en este caso, para mis caseros. Nunca me había sentido tan avergonzado porque mi propia ignorancia, en el sentido de no saber cómo manejar la vida cotidiana canadiense, me hizo sonrojar y golpearme contra la cabeza: ensucié la alfombra (en realidad toda la casa está alfombrada) con el lodo de mis zapatos por una torpeza mía, que no me excluye ni sirve de pretexto: los canadienses tienen la costumbre de descalzarse cuando llegan a casa, símil de los japoneses, o usan zapatos para interiores o pantuflas.
Charlando con un amigo, me comentó que no tengo porqué sentirme mal, desgarrarme las vestiduras o martirizarme por una torpeza, puesto que es evidente que, como un niño, estoy ensayando en esto que es la adaptación en un país desconocido. Sin embargo, agregó que si tenía dificultades para adaptarme o, incluso, saber exactamente el comportamiento del canadiense, preguntara. Mero sentido común, informarse qué se debe hacer y qué no se debe hacer. Como lo es en este caso, USAR ZAPATILLAS ADECUADAS EN ALFOMBRAS O CASAS ALFOMBRADAS.
algunos canadienses tienen la costumbre de descalzarse para entrar a una casa alfombrada y estoy en una casa alfombrada. E
martes, 27 de agosto de 2013
Un descanso.
Confieso que estoy estresado porque el próximo mes tendré un examen para ingresar a un curso intensivo de inglés (¡vaya lío!) para ingresar a la maestría. Sinceramente, estoy ansioso y estoy estudiando como mula (perdón por la expresión) para el examen. Hoy acabo de llegar de un café, tuve una reunión con una amiga (Elizabeth) y me presentó varios muchachos (amigos suyos) de diferentes países y tuvimos una conversación muy emocionante, principalmente sobre sus respectivas culturas (filipina, francesa, china y, por supuesto, mexicana y canadiense) y, ahora en casa, estoy exhausto.
Una disculpa si soy breve, pero no aguanto mis pies, necesito un baño y, por supuesto, mi cama para dormir.
Una disculpa si soy breve, pero no aguanto mis pies, necesito un baño y, por supuesto, mi cama para dormir.
lunes, 26 de agosto de 2013
A un mes
Le había prometido a una persona muy importante para mí, ya sabe quién es, que escribiría sobre mi viaje o, mejor dicho, mi nueva vida en un país totalmente ajeno a mí, desconocido, debido al hecho de que no sabía qué era. En otras palabras, mi conocimiento era vago. Estas pequeñas oraciones sirven para disculparme con esta persona y decirle que, de verdad, aún no estoy muerto y que Canadá no me ha mareado, como lo ha hecho con muchos conocidos algún país europeo o el mismo vecino del norte. No, ya quisieran muchos que estuviera muerto, sin embargo continúo viviendo y disfrutando la estancia en este país. Es, sin duda, una experiencia extraordinaria, no mejor ni peor, sino única, en el sentido de ser diferente y diverso. No es sólo convivir con lo canadiense sino con las culturas existentes en la isla de Vancouver, exactamente en Victoria.
¿Por qué no he escrito? Simple: he tenido bastantes ocupaciones, entre ellas adaptarme al nuevo ambiente que, si bien, es muy parecido a lo que en un día, lejano, lo fue mi tierra natal. En las primeras semanas, se nota en el escrito anterior a éste, me había llegado una ola de cierta tristeza, no desprecio, por mi país: todo lo que soñé se encuentra en este país y sé que México puede estar a la altura de Canadá, incluso superarla, pero los mismos mexicanos, no sólo los políticos, se ponen trabas o el pie y no avanzan. Sólo hay pocos vuelan. También, esto tiene que ver con la situación financiera: el vuelo se trunca debido a escaso dinero que le permita costearse los estudios necesarios. Tengo un amigo que, por cierto le mando un saludo, admiro debido a un hecho: jamás ha bajado la cabeza y todo lo que tiene consigo, él lo hizo por sí solo, trabajando y viviendo para sí mismo. En este sentido, me deprimí porque México atraviesa por momentos turbulentos, crisis en todos lados, ya no sólo es el narcotráfico, sino la privatización del petróleo -un tema delicado que, honestamente, está relacionado con el sentimiento nacional y patriótico del mexicano y ahora, vaya, está siendo tocado por una administración corrupta-, educación carente de calidad, desinterés por los jóvenes profesiones (fuga de cerebros), desinterés por la reintegración de pandilleros, sicarios, criminales y convictos a la sociedad mexicana. México está en caos, enfermo, necesita repararse a sí misma y un primer paso es admitir que estamos mal y, después, pensar cómo hacer para solucionar el problema, sin culpar a alguien, porque este país es un yo colectivo que, si bien tiene altos índices de violencia, corrupción y pobreza se debe, en mayor medida, al hecho de nuestras malas decisiones, reflejadas en la calidad de gobernantes que están frente a las administraciones federales, municipales y estatales. No me permito escribir más sobre este asunto porque lloraré amargamente, como lo hizo Quetzalcoátl al dejar a los suyos y prometerles el regreso.
Ante tal disyuntiva, digamos, social y política, quiero añadir una última cosa, antes de continuar con el trabajo cronológico: si se trabaja en equipo y pensando a futuro, se puede llegar a lo que es Canadá o Estados Unidos, claro sin renunciar a nuestras raíces mexicanas. En otras palabras, esto los señores Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo tenían razón: convertir nuestro país en una superpotencia de gran magnitud. Siguiendo: mi objetivo de este viaje es continuar mis estudios de maestría, en artes. Debido a problemas lingüísticos, tengo que tomar cursos de inglés intensivos, sin embargo no quiero hablar de esto sino de lo otro: ¿qué hay de nuevo? Muchas cosas básicamente, en cuanto a amistades, en realidad, tengo pocas en Canadá (si se puede decir tal), puesto que mis compañeros del curso mensual de inglés, en su mayoría orientales, regresaron a sus países de origen para continuar con sus estudios. Es decir, en este momento, estoy solo, de vacaciones, no en un plan para caer en una depresión o en el estrés o desgarrarme las vestiduras, sino estoy tranquilo, en paz, buscando soluciones a conflictos personales que en México no podía solucionar, debido a la cercanía (física). En este sentido, estoy de vacaciones, fortaleciendo mi alma, mi cuerpo y mi mente. Estoy viviendo en una casa en los suburbios, cercana a la Universidad donde estudio (diez minutos en autobús) pero muy lejos del Centro (o Downtown), los caseros son una pareja de cristianos, ya grandes, muy amables y agradables, me recuerdan mucho a mis abuelos.
Honestamente, me gusta mucho la vida "al natural", estar en contacto con la vida campirana, provincial, alejada de las urbes y el estruendo mecánico de los vehículos. Victoria es la capital de Columbia Británica, es una ciudad portuaria, al sur de la isla de Vancouver, y cerca de Estados Unidos (Seattle) y a tres, cuatro horas de la ciudad de Vancouver, la ciudad más poblada en Columbia Británica. Hago esta acotación debido a que confundía esta ciudad (Victoria) con la isla Victoria, al norte del país y con un clima bastante gélido.
¿Por qué no he escrito? Simple: he tenido bastantes ocupaciones, entre ellas adaptarme al nuevo ambiente que, si bien, es muy parecido a lo que en un día, lejano, lo fue mi tierra natal. En las primeras semanas, se nota en el escrito anterior a éste, me había llegado una ola de cierta tristeza, no desprecio, por mi país: todo lo que soñé se encuentra en este país y sé que México puede estar a la altura de Canadá, incluso superarla, pero los mismos mexicanos, no sólo los políticos, se ponen trabas o el pie y no avanzan. Sólo hay pocos vuelan. También, esto tiene que ver con la situación financiera: el vuelo se trunca debido a escaso dinero que le permita costearse los estudios necesarios. Tengo un amigo que, por cierto le mando un saludo, admiro debido a un hecho: jamás ha bajado la cabeza y todo lo que tiene consigo, él lo hizo por sí solo, trabajando y viviendo para sí mismo. En este sentido, me deprimí porque México atraviesa por momentos turbulentos, crisis en todos lados, ya no sólo es el narcotráfico, sino la privatización del petróleo -un tema delicado que, honestamente, está relacionado con el sentimiento nacional y patriótico del mexicano y ahora, vaya, está siendo tocado por una administración corrupta-, educación carente de calidad, desinterés por los jóvenes profesiones (fuga de cerebros), desinterés por la reintegración de pandilleros, sicarios, criminales y convictos a la sociedad mexicana. México está en caos, enfermo, necesita repararse a sí misma y un primer paso es admitir que estamos mal y, después, pensar cómo hacer para solucionar el problema, sin culpar a alguien, porque este país es un yo colectivo que, si bien tiene altos índices de violencia, corrupción y pobreza se debe, en mayor medida, al hecho de nuestras malas decisiones, reflejadas en la calidad de gobernantes que están frente a las administraciones federales, municipales y estatales. No me permito escribir más sobre este asunto porque lloraré amargamente, como lo hizo Quetzalcoátl al dejar a los suyos y prometerles el regreso.
Mi primer desayuno canadiense. |
Ante tal disyuntiva, digamos, social y política, quiero añadir una última cosa, antes de continuar con el trabajo cronológico: si se trabaja en equipo y pensando a futuro, se puede llegar a lo que es Canadá o Estados Unidos, claro sin renunciar a nuestras raíces mexicanas. En otras palabras, esto los señores Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo tenían razón: convertir nuestro país en una superpotencia de gran magnitud. Siguiendo: mi objetivo de este viaje es continuar mis estudios de maestría, en artes. Debido a problemas lingüísticos, tengo que tomar cursos de inglés intensivos, sin embargo no quiero hablar de esto sino de lo otro: ¿qué hay de nuevo? Muchas cosas básicamente, en cuanto a amistades, en realidad, tengo pocas en Canadá (si se puede decir tal), puesto que mis compañeros del curso mensual de inglés, en su mayoría orientales, regresaron a sus países de origen para continuar con sus estudios. Es decir, en este momento, estoy solo, de vacaciones, no en un plan para caer en una depresión o en el estrés o desgarrarme las vestiduras, sino estoy tranquilo, en paz, buscando soluciones a conflictos personales que en México no podía solucionar, debido a la cercanía (física). En este sentido, estoy de vacaciones, fortaleciendo mi alma, mi cuerpo y mi mente. Estoy viviendo en una casa en los suburbios, cercana a la Universidad donde estudio (diez minutos en autobús) pero muy lejos del Centro (o Downtown), los caseros son una pareja de cristianos, ya grandes, muy amables y agradables, me recuerdan mucho a mis abuelos.
Faro en Fort Rod Hill |
Honestamente, me gusta mucho la vida "al natural", estar en contacto con la vida campirana, provincial, alejada de las urbes y el estruendo mecánico de los vehículos. Victoria es la capital de Columbia Británica, es una ciudad portuaria, al sur de la isla de Vancouver, y cerca de Estados Unidos (Seattle) y a tres, cuatro horas de la ciudad de Vancouver, la ciudad más poblada en Columbia Británica. Hago esta acotación debido a que confundía esta ciudad (Victoria) con la isla Victoria, al norte del país y con un clima bastante gélido.
domingo, 28 de julio de 2013
Día dos
La nota de ayer (Llegada) resulta ser una ferviente, hipócrita y estúpida nota sobre mi sentir mexicano, sin embargo bajo el error o el "ya qué más hago", me encuentro entre un límite de lo realmente aceptable, mi verdadero sentir y qué hay detrás de "esto". Hoy cometí, sin duda, una imprudencia que me costó, de alguna manera, caro: me bajé del camión tres paradas antes del fin, esto es cerca de Sedwing Building de la UVic (tengan a la mano un mapa de la Universidad)y mi destino era la Oficina de Huéspedes. Así que tuve que caminar, atendiendo que el clima canadiense es muy variado. Me recuerda al clima de Zacatecas: muy frío cuando se encuentra en la sombra y muy caliente cuando se está al sol.
En fin, ante esta circunstancia sí caminé un tramo (claro, mi pesadilla no es jalar las maletas sino las recaídas de mi gripe anterior, eso sí es un temor: enfermarme en un país extraño). Puedo decir que, desde mi llegada, es mi principal preocupación.
Ayer en la noche, no es de cobardes negarlo, lloré, realmente es la primera vez que lo hago y no fue por frustración, sino el hecho de que sentía un dejo de "estar en Canadá por vacaciones" cuando, en realidad, el fin es el estudio. Mis amigos más íntimos, a quienes les confesé tal momento de debilidad, me dieron ánimos para continuar, pues era capaz de volver a mi país, en aquel momento, y olvidarme el precio de mi estadía en esta ciudad.
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